Medidas web y otros tips para optimizar tu pagina
Cuando hablamos de medidas web, no nos referimos a centímetros ni pulgadas como si estuviéramos diseñando un cartel para imprimir. En el mundo digital, las reglas cambian, y lo primero que hay que entender es que las pantallas no se miden igual que el papel.
Aquí lo que manda son los píxeles, esas pequeñas unidades invisibles que forman todo lo que ves en pantalla.
Pero ojo, un píxel no siempre se ve igual en todos los dispositivos. Un móvil con mucha densidad de pantalla (como un iPhone moderno) puede mostrar muchos más píxeles en menos espacio que una pantalla antigua de portátil.
Además, no solo existen los píxeles. También hay unidades relativas como los porcentajes (%) y los EM, que son especialmente útiles para que una web se adapte al tamaño del dispositivo del usuario.
Por ejemplo, si defines el ancho de una caja como “50%”, esa caja siempre ocupará la mitad del contenedor que la contiene, ya sea en una pantalla grande o pequeña.
Esto hace que las medidas en web sean relativas, dinámicas y adaptables.
Así que si vienes del mundo del diseño gráfico tradicional, toca resetear el chip. Aquí no existen las medidas fijas que funcionen igual para todo el mundo.
Unidades de medida esenciales: píxeles, EM y porcentajes
Vamos al grano. En el desarrollo web usamos principalmente tres unidades:
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PX (píxeles): La unidad base. Es la más usada y se refiere a un punto en la pantalla.
Sirve para tener control total sobre un diseño, pero tiene el problema de que no se adapta a diferentes dispositivos. Lo que en una pantalla grande se ve perfecto, en un móvil puede resultar en un caos visual.
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% (porcentajes): Se basan en el tamaño del elemento contenedor.
Por ejemplo, si defines un ancho del 100%, ese elemento ocupará todo el espacio disponible, sea cual sea el tamaño de la pantalla. Esto hace que las webs sean más flexibles.
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EM y REM: Un EM equivale al tamaño de la letra actual, mientras que REM se basa en el tamaño definido en el elemento raíz del documento.
Son geniales para tipografías y espaciados porque permiten que el usuario ajuste el tamaño de texto desde su navegador y que todo el diseño se escale en consecuencia.
Según la agencia de diseño, Factoría de Arte, usar estas unidades de forma combinada permite crear interfaces más resistentes al paso del tiempo y a la variedad de pantallas disponibles.
Eso sí, hay que saber cuándo usar cada una. No se trata de inventar la rueda, sino de usar las herramientas adecuadas.
¿Hay un tamaño ideal para una página web? Spoiler: depende
Esta es la pregunta del millón: “¿Cuál es el tamaño perfecto de una web?”. Y la respuesta más honesta es “depende”.
Lo importante no es tanto el tamaño como la experiencia del usuario.
Hay webs que cargan en un suspiro con más de 3.000 píxeles de altura porque todo fluye. Otras que miden 800 y parecen un muro de texto inacabable.
Ahora bien, hay algunas pautas generales que funcionan bien:
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El ancho ideal suele estar entre 1.140 y 1.280 px para pantallas de escritorio. Esto asegura que el contenido no se vea ni demasiado comprimido ni tan extendido que sea incómodo de leer.
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En móviles, el contenido debe ajustarse automáticamente con un diseño responsive. Aquí entra en juego el famoso “media query” que todo desarrollador conoce.
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El alto es más libre. Lo importante es que el contenido esté bien organizado, no sea confuso y no obligue a hacer scroll eterno sin rumbo.
¿Un truco útil? Colocar lo más importante "above the fold", es decir, en la parte visible sin hacer scroll. Esto incluye titulares, botones principales y ofertas destacadas.
Imágenes para web: cuánto deben pesar y cuánto deben medir
Aquí sí que hay que tener ojo. Las imágenes mal optimizadas son el asesino silencioso de la velocidad web.
Primero, hablemos del tamaño físico:
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Una imagen no debería tener más de 2.000 px de ancho a menos que sea para pantalla completa o fondo.
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Para banners, sliders o cabeceras, con 1.200 px – 1.500 px suele ser suficiente.
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Para productos, miniaturas o elementos decorativos, con 500 px – 800 px sobra.
Y en cuanto al peso:
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Imágenes menores a 200 KB son ideales.
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Si puedes bajarlas a 100 KB o menos sin pérdida de calidad visible, ¡mejor aún!
Los mejores formatos hoy en día son WebP y AVIF, aunque aún se siguen usando JPEG y PNG en casos específicos.
¿Mi recomendación personal? Antes de subir cualquier imagen, pasa por una herramienta como TinyPNG o Squoosh.
Y si usas WordPress, instala un plugin de optimización automática como ShortPixel o Imagify. Te evitarás dolores de cabeza y ganarás puntos en Google PageSpeed.
Tips básicos que mejoran el rendimiento de cualquier web
Vamos a los básicos que nunca fallan:
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Minifica tu CSS y JS. Cada línea que no sea necesaria, es peso muerto.
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Evita el autoplay de videos si no es estrictamente necesario.
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Activa el lazy load para las imágenes. Esto carga solo lo visible y el resto conforme haces scroll.
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Usa fuentes del sistema o precarga fuentes externas. Cargar tipografías raras puede ralentizar mucho.
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Evita usar sliders gigantescos que cargan mil imágenes a la vez.
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Reduce las peticiones HTTP. Si puedes agrupar archivos, hazlo.
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Aloja los videos en plataformas externas (YouTube, Vimeo) si no son críticos.
Optimizar una web es como poner a punto un coche: no se trata solo de que arranque, sino de que vaya suave, rápido y sin ruidos raros.
Responsive Design: el arte de adaptarse (sin volverse loco)
Aquí viene lo bueno. Hoy en día, más del 70% de los usuarios navega desde el móvil. Así que si tu web no se ve bien en un smartphone, estás perdiendo visitantes.
El diseño responsive se basa en hacer que los elementos se ajusten automáticamente al tamaño del dispositivo. No es hacer tres webs distintas, sino una sola que fluya bien en todos los formatos.
Tips:
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Usa porcentajes y unidades EM/REM en vez de píxeles para que todo sea escalable.
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Los menús deben ser accesibles con el dedo: botones grandes, claros y sin mil niveles.
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El texto debe ser legible sin hacer zoom.
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Los formularios tienen que ser usables desde el móvil. ¡No pongas veinte campos seguidos!
Muchos frameworks como Bootstrap o Tailwind facilitan esto, pero no sustituyen una buena planificación. Si estás empezando, menos es más.
¿Y todo esto cómo se aplica en la práctica?
La teoría está muy bien, pero luego hay que ponerse con el HTML, el CSS y los archivos del servidor. Aquí es donde entran las decisiones reales:
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¿Uso un constructor visual o hago código desde cero?
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¿Optimizo imágenes manualmente o me apoyo en un plugin?
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¿Hago pruebas con herramientas como GTMetrix o me fío de la intuición?
Cada sitio es distinto, pero hay un punto en común: todas las decisiones que tomes con las medidas de los elementos de tu web suma o resta en la experiencia del usuario.
Si una web tarda más de tres segundos en cargar, el 50% de los usuarios se va. No es exageración, son datos.
En Tangram ya hemos hablado muchas veces de como optimizar la velocidad de tu web.
Por eso, antes de publicar cualquier web, revisa lo siguiente:
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¿Carga rápido en conexión 3G?
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¿Se ve bien en un móvil básico?
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¿Es fácil encontrar lo importante?
Si la respuesta es sí, vas bien.
Toda esta información puede parecer abrumadora si estás empezando o si simplemente no tienes tiempo para entrar en tecnicismos. En ese caso, te recomiendo echar un vistazo a Tangram Consulting.
Son especialistas en optimización web y diseño enfocado en resultados. No se andan con rodeos ni florituras: van directos al grano y te ayudan a que tu página funcione como debe.
Tanto si necesitas asesoría como si prefieres que te lo hagan todo, son una buena opción si quieres algo profesional sin tener que aprender desarrollo web en una semana.
Conclusión
Optimizar una web no es solo cuestión de estética, sino de eficiencia. Usar bien las medidas, elegir el formato adecuado para las imágenes, aplicar un diseño responsive y cuidar el rendimiento son claves para tener un sitio que no solo se vea bien, sino que también funcione.
Ya sea que lo hagas tú mismo o busques ayuda profesional, entender estos principios te permitirá tomar mejores decisiones. Porque en internet, cada segundo cuenta… y cada píxel también.